La música.

Me han enseñado más las letras de las canciones que mil profesores juntos. Eso es así, tan cierto cómo que el cielo es azul y el agua transparente. Es todo cuestión de música, ella tiene la culpa. No esa música que se aprende en el colegio y se estudia. No, yo me refiero a la música que se siente, que te entiende, que te hace llorar y sonreír, que te eriza la piel y te produce escalofríos. 

Pero ¿qué es la música? La música es, según dice la Real Academia Española, el arte de combinar los sonidos de la voz humana o de los instrumentos, o de unos y otros a la vez, de suerte que produzcan deleite, conmoviendo la sensibilidad, ya sea alegre o tristemente. En cambio, la música, para mí, es una forma de vida.

La reproducción aleatoria es capaz de llegar en el momento justo, y decir las palabras precisas. La música llega, va sonando y pasa, pero, curiosamente, parece que algunas canciones se ponen a posta, como si supieran lo que está pasando, lo que piensas.

La música es aquella que te acompaña donde vas, esa que jamás te deja solo. La música es la banda sonora, con una canción adecuada para cada momento. Es aquella que suena al compás de los latidos de tu corazón, que acompaña a tus lágrimas mientras se deslizan por tus mejillas. Es aquella que combina perfectamente con el sonido de tu risa.

Sentir la música es tener la capacidad de evadirte del mundo, de pensar en cada sonido, en cada palabra, y olvidarte por un momento de todo, mientras en tu cabeza las ideas retumban al compás de una canción.



Make my wishes come true.






« Buenos días, princesa. He soñado toda la noche contigo. Íbamos al cine y tú llevabas aquel vestido rosa que te gusta tanto. Sólo pienso en ti, princesa. Pienso siempre en ti. Y ahora... »


Buenos días, buenas tardes, buenas noches quiero darte. Contarte cómo me ha ido en el trabajo y aburrirte. Cenar viendo una peli, sin rencores por besarte, y hacerte luego el amor tantas veces cómo aguante. 

Firmarnos de alegría sin papeles de por medio. Discutir seguidamente y encontrar siempre remedio. Mirarnos a los ojos, cada uno es un extremo: el mar y el cielo, convirtiendo el mundo en nuestro.

Despellejar toda tu ropa, mi objetivo: tu desnudo; y bromear mordiéndote en la mejilla del culo. Observarte a mi lado y examinar todas tus curvas. Seguidamente el saboreo de toda tu carne cruda. 

Sin dudar mis sentimientos, querernos hasta ancianos. Saciarnos con placeres despacito y con amor. Con esfuerzo incomparable, sin parar y sin cansarnos. Las sábanas son olas movidas por Poseidón.

Llevarte al cine los domingos, recorrer España en moto, tener que levantarme pronto y reparar los cuadros rotos. Un beso nuestro es un regalo entre nosotros, y privado. Me encanta decirte esta frase, y es que: estoy enamorado.

Cada día te echo en falta entre las sábanas y almohadas. Das razones a mi vida y sin ti ya no encuentro nada. He llorado por nosotros, aunque tú no me hayas visto. Tantas lágrimas perdidas entre polvo de mi piso.

Lo que Dios quiso, que no lo separe el hombre. Quiero volver a discutir, tener un hijo igual en nombre. Sólo quiero ser feliz y que lo seas junto a mí. Pedirte un día en matrimonio y sin dudar, digas que sí. Eres mi musa, mi cuestión, mi razón y ¿qué soy yo? Comparable con mi vida... no sé vivir sin corazón.

¿La razón de ésta canción? Ni la encuentro, ni la busco. Sin intención de reconquista veinte mares los que surco, cómo meses a tu lado más pecados que interfieren. Siento haber sido un humano al que las situaciones hieren. 
  
Me desvivo por tu aliento en la nuca, o en mi boca. Despellejando tantas rosas y dejar la flora rota. 

La fauna hambrienta, el hambre tienta, inspírame cuándo la mente esté sedienta. Pero los días alientan, contentan al esclavo que no escarmienta y sigue queriendo un buen bocado.

Te echo de menos, princesa. 





Cómo dice el refrán: 'a lo hecho, pecho'.

    « En la vida hay veces que nos equivocamos. Que tomamos decisiones que después de un tiempo, nos arrepentimos de haber tomado, pero ya no podemos volver atrás. Hay veces que nos arriesgamos y perdemos, pero si no hubiésemos arriesgado ¿habríamos tenido alguna posibilidad de ganar?

    Hay que asumir nuestros errores y ponernos firmes. Aceptar que nos hemos equivocado, pero no intentar evadirnos de la situación. Hay que decir: 'sí, lo he hecho, ¿y qué?'. Ahí podríamos usar eso de: 'a lo hecho, pecho'. Que es como decir: de lo que hayas hecho, saca provecho, sin esconder la cabeza como si fueses una avestruz, sino aguantando la lluvia de críticas que caiga por tus decisiones.
  
   Y, cómo rectificar es de sabios, ya intentaréis arreglar las cosas, pero sin avergonzarte nunca ni arrepentirte de las acciones pasadas. En la vida hay que ir siempre con la cabeza bien alta. »                                                                                               Adaptado de expresiones españolas para Erasmus en apuros.

No me arrepiento de nada, o por lo menos, intento no hacerlo. ¿Para qué sirve? Para nada. Lo hecho, hecho está y no puedes hacer nada para cambiarlo. Tienes dos opciones: pasarte la vida pensando en los errores que has cometido, o aceptarlos e intentar no cometerlos más.

Lo mejor que puedes hacer siempre, es mirar el lado positivo de las cosas, aunque te parezca que no lo tenga. Hay que seguir adelante, y como dice otro refrán: 'al mal tiempo, buena cara'. Debemos afrontar cada situación de la vida de la mejor forma que podamos. Hay que sonreír y disfrutar. Y sí, puede resultar difícil.


A veces te sientes solo, a veces piensas que no merece la pena seguir luchando por ser feliz, a veces te limitas simplemente a sobrevivir. Pero, ¿sobrevivir? ¡Venga ya! ¿Para que estás en el mundo, para ser un amargado? ¡Vive, coño! Aprovecha cada momento, disfruta de cada tontería, aprecia hasta el más mínimo detalle. Sonríe por todo, pero sonríe de verdad, no intentes engañar a nadie. 

Piensa que todo pasa por alguna razón. ¿Karma? Quizá. ¿Dios? Puede. ¿Destino? También es una opción. Llámalo cómo quieras, pero se consciente de que cada decisión, por minúscula que sea, puede tener mil consecuencias. Y lo que ahora te parece el fin del mundo, a lo mejor el día de mañana te parece una tontería. 

Resumiendo esta entrada tan extraña, que no tiene sentido alguno y no se parece en nada a las que suelo colgar, quiero deciros que viváis la vida, que no os deprimáis por una tontería, ni os centréis en las cosas malas. Si la vida son dos días, y estamos por el segundo, habrá que aprovecharlo.

Y bueno, por último, me gustaría deciros a todos los que leéis mi blog —que no creo que seáis muchos, si es que hay alguien que lo hace— que no deis nada por perdido, no os deis nunca por vencidos. 
La vida da muchas vueltas y nos sorprende demasiado. Tanto para bien, cómo para mal. Tenéis que aprender a afrontar las dos caras de la moneda y sacarlas provecho. Pararos a pensar algunas decisiones y tomar otras sin miedo de equivocaros. Equivocarse es bueno, significa aprender. 

  ¿Qué te caes mil veces? Pues te levantas mil y una. Demuestra que eres fuerte, que puedes soportarlo todo y seguir siendo feliz. Demuestra que merece la pena vivir. Vivir con los que te quieren, vivir cómo tú quieres.

Y, cómo dice el refrán: 'a lo hecho, pecho'.