Tienes razones para sonreír.


Es duro ver como han cambiado las cosas. El darte cuenta de que lo que antes esta tu día a día, ahora es lo que echas de menos. Personas,   con   sus  más  y  sus menos,   pero  a  las  que 
querías, pasan a un segundo plano. Gente en la que confiabas te decepciona y, por así decirlo, traiciona. Todos avanzan sin miedo, y tú tienes pánico a todo lo nuevo. Ellos están seguros de las cosas, mientras que tú no eres capaz de decidir ni tu color favorito. Al parecer, tu forma de pensar no es la que tiene el resto del mundo, y hay veces que no entiendes nada. La verdad es que todo es muy complicado. 

Y, para colmo, a todas las cosas que te deprimen ahora se les suman todas aquellas que llevas arrastrando desde hace mucho tiempo. Heridas sin curar. Cuando piensas que has superado algo, otra cosa te deprime y todo lo que en realidad nunca superaste completamente, sólo conseguiste olvidarlo y apartarlo de tu mente, te derrumba. Pero, aunque todo sea complicado, nunca tengas nada claro y puedas pasarte horas llorando, sonríes. 

Sonríes para que nadie te pregunte '¿qué te pasa?' porque prefieres no hablar de ciertas cosas. Sonríes porque, de alguna manera, eres fuerte y tienes que demostrártelo a ti mismo. Sonríes porque sabes que, a pesar de todo, tienes razones para hacerlo.


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